Es una herramienta psicoterapéutica empleada en niños, niñas, adolescentes y adultos. Dicha técnica potencia la capacidad natural del cerebro de autocuración, facilitando la expresión emocional, la resolución de problemas, la reflexión o toma de conciencia y la integración.
A través de un encuadre de contención, la caja; un material somatosensorial, la arena; miniaturas que permiten la representación simbólica; la persona puede externalizar conflictos no resueltos que le sería difícil poner en palabras.
La técnica de la caja de arena le debe su origen a la “Técnica de los Mundos” de Margaret Lowenfeld en 1929. Ella se inspiró y la desarrolló a partir de una versión previa de H.G. Wells en 1911. Lawenfeld aprendió y mejoró la técnica trabajando con niños, ya que estos la utilizaban como una herramienta de comunicación entre su mundo interior y el exterior.
Fue la psicoterapeuta Dora Kalff la autora de la actual caja de arena, en inglés Sandplay. Aprendió la técnica de Lowenfeld y la utilizó usando la teoría junguiana.
Teniendo una caja de arena en el despacho, el psicólogo invita al cliente a que en silencio construya una escena o mundo imaginado, puede ser de forma libre o teniendo en mente el evento que se este abordando en consulta. Para ello se le pide que observe las miniaturas situadas en una estantería eligiendo aquellas que le llamen la atención, situándolas en la caja de arena como considere. Durante el proceso de creación el psicólogo se mantiene en una posición pasiva observando.
Una vez el cliente ha acabado se recorre la caja de arena, observando la escena desde todos los ángulos, solicitando que el cliente elija desde dónde quiere que observemos la escena que ha creado. Es entonces desde esta perspectiva que se le pide a la persona, únicamente si lo desea, que cuente una historia acerca de esa escena, acompañando al psicólogo en este proceso favoreciendo la reflexión y la identificación de los aspectos de esta historia que le recuerdan a su vida actual.
A través de dicha técnica se permite la externalización de emociones, pensamientos y sensaciones que desde herramientas más directas de expresión podría ser desbordante para la persona o dificultoso, pues por ejemplo quizás se trate de una experiencia del pasado relativa a la etapa preverbal.
EMDR fue creada en 1987 por Francine Shapiro, psicóloga norteamericana, siendo actualmente reconocida como la psicoterapia más efectiva para el tratamiento de los efectos del trauma por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Americana de Psiquiatría y por el National Institute for Health and Care Excellence de Inglaterra.
EMDR son las siglas en inglés de Eye Movement Desensitization and Reprocessing (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares). EMDR es un abordaje psicoterapéutico en el tratamiento de las dificultades emocionales causadas por experiencias difíciles en la vida de la persona, desde fobias, ataques de pánico, muertes y duelos o incidentes traumáticos en la infancia, hasta accidentes y desastres naturales.
Normalmente cuando oímos la palabra trauma tendemos a pensar en acontecimientos graves tales como desastres naturales, accidentes, guerras, etc. Los especialistas denominamos a este tipo de evento como Trauma con T mayúscula, pero también existen otras vivencias que cualquier persona tiene, que no por parecer menos graves, tienen menos importancia, como pueden ser abandonos, humillaciones, etc.; a éstos se les denomina trauma con t minúscula.
EMDR se basa en la hipótesis de que nuestro cerebro tiene un mecanismo de curación, denominado Sistema de Procesamiento Adaptativo de la Información, estableciendo conexiones con lo que nos es útil en ese momento y desechando el resto.
Este proceso de aprendizaje basado en la experiencia, se almacena dentro de redes neuronales (células cerebrales), determinando la forma en que nuestro cerebro interpreta el mundo que nos rodea dictando como nos sentimos en cada momento. Estos recuerdos incluyen experiencias pasadas, incluso ocurridas hace muchos años, pero de las que no somos conscientes del impacto que tuvieron para nosotr@s.
Desde EMDR se entiende que los síntomas que nos traen a consulta, corresponden a una alerta del organismo, esta nos avisa que es preciso cambiar la forma en que algunos recuerdos fueron almacenados, pues la forma en la que fueron guardados cuando sucedieron ya no es útil en el entorno actual.
Pongamos un ejemplo. Una paciente viene a consulta porque se pone a llorar desconsoladamente en el trabajo cuando su jefe la dice que ha hecho algo mal; ella expresa que siente que la regaña. Bien, identificamos que su recuerdo no procesado, con el que ella conecta cuando su jefe la "regaña" es un recuerdo de cuándo ella tenía 6 años y su padre la gritó por haber roto un jarrón, su padre también la dijo "eres torpe, todo lo haces mal". Trabajando este recuerdo, se le pudo quitar toda esa carga negativa, quedando en el cerebro como un recuerdo sin emoción perturbadora y grabado con las palabras positivas de "fue un accidente, ahora soy una adulta responsable y hago mi trabajo bien". Las siguientes veces que su jefe se acercó para corregirla en algo, ella se lo tomó de forma proactiva e incluso se empezó a equivocar menos al sentirse más segura de sí misma. Vemos con este simple ejemplo, cómo determinadas situaciones o eventos pasados pueden estar condicionando nuestras reacciones emocionales actuales.
Estos recuerdos serán el objetivo de la terapia EMDR. Si bien es cierto que tenemos cierta predisposición genética, dichos genes se activarán o no dependiendo del ambiente, por tanto somos en gran medida el resultado de nuestra experiencia.
Para poder re-procesar las experiencias pasadas, es decir, cambiar la forma en la que fueron guardados, actualizando que me es más útil en el presente; es necesario activar el Sistema de procesamiento adaptativo de la información, esto se llevará a cabo solicitando al cliente que evoque el material perturbador mientras la psicóloga aplica estimulación bilateral. A medida que esto sucede la persona observa cómo su cerebro de forma espontánea cambia los pensamientos, emociones y sensaciones conectados a dicha experiencia.
Hay tres tipos diferentes de estimulación bilateral:
a) visual (el cliente mueve los ojos de un lado a otro guiado por el terapeuta).
b) auditiva (el cliente escucha sonidos alternados en ambos oídos).
c) tapping (el terapeuta golpetea suavemente y en forma alternada sobre las manos o los hombros del cliente).
Esto facilita la conexión entre los dos hemisferios cerebrales logrando el procesamiento de la información y la disminución de la carga emocional.
Una teoría dominante aboga por la relación entre el EMDR y la fase REM del sueño, aunque durante una sesión de EMDR la persona permanece despierta y en pleno uso de sus facultades. El aprendizaje tiene lugar a medida que los pensamientos y la información se consolidan e integran con otros recuerdos durante el sueño REM. La investigación muestra que, si a una persona se le enseña una habilidad, pero se le impide entrar en el sueño REM esa noche, la habilidad puede perderse. Durante el sueño REM, el cerebro permite que las conexiones neuronales apropiadas realicen las asociaciones necesarias. Por eso puedes irte a la cama preocupado por algo, pero despertarte sintiéndote mejor o con una solución.
Esta herramienta simbólica va cogiendo cada vez más fuerza no solamente en el campo infanto-juvenil, sino también en la terapia con adult@s.
Mediante el trabajo con muñecos representamos de manera visual y metafórica. Permiten representar elementos de un sistema (una familia por ejemplo), la ubicación de cada elemento, teniendo en cuenta su colocación en referencia a los demás, representando la dinámica relacional, permitiendo una objetivación y exteriorización de la realidad de la persona.
Este acto de sacarlo hacia afuera le proporciona a la persona que lo pueda integrar, que asuma su propia responsabilidad sobre el cambio, y que pueda reubicarse dentro del sistema.
El trabajo con muñecos, gracias a su versatilidad, se puede aplicar de muchas maneras y con objetivos diversos. Aunque el foco común, siempre será ampliar la visión de la persona, pudiendo cambiar el observador y hacer algo al respecto.
Por otra parte, al desidentificarse de sí mism@ y de sus emociones intensas, permite que la persona tenga mayor contención emocional.
Otro aspecto que podemos trabajar con muñecos, es lo que se denomina reparentalización, sobre todo con personas adoptadas, con trauma temprano o dificultades de apego. Se trabaja la toma de conciencia y la puesta en marcha de todo aquello que no se pudo dar cuando ell@s eran bebes, pero que ahora sí pueden hacer, estableciendo nuevos aprendizajes.
En todos los casos, es un camino de reconciliación con el/la niñ@ resiliente que tod@s llevamos dentro.
Dislexia, discalculia, déficit de atención con o sin hiperactividad, disortografía, dificultades en lecto-escritura,... son algunas de las dificultades de aprendizaje más frecuentes que pueden presentar nuestros hijos.
Dislexia, discalculia, déficit de atención con o sin hiperactividad, disortografía, dificultades en lecto-escritura,... son algunas de las dificultades de aprendizaje más frecuentes que pueden presentar nuestros hijos.
También podemos encontrarnos con dificultades a la hora de adquirir los conocimientos y competencias básicas sin necesidad de que nuestro hijo tenga alguna de las dificultades arriba indicadas.
En todos estos casos, siempre haremos una evaluación completa para poder valorar la causa de esas dificultades. A veces tiene que ver con aspectos del neurodesarrollo, a veces con dificultades de aprendizaje que tuvieron los padres, a veces con traumas tempranos, déficit de atención, hipersensibilidades,...
Según la causa que detectemos, se propondrá un plan de tratamiento interdisciplinar, dentro de nuestro mismo centro, ajustado a las necesidades de cada niñ@.
En el caso de ser necesario coordinarnos con el centro escolar, por supuesto que lo haremos, siempre en beneficio del menor.